- Luis Álvarez
Influencia Lunar
¿Sabías que recientes estudios en Neurociencia confirman que las distintas frecuencias lunares impactan en nuestras, emociones, pensamiento y conducta?
Parece que igual que afecta al movimiento de la savia en las plantas, la atracción de la luna también influye en los líquidos del cuerpo humano, en concreto sobre la sangre, portadora de oxígeno, nutrientes y neurotransmisores. Según el Dr. Mark Filippi, neurocientífico y autor del Método Somático, existe una conexión entre las fases de la Luna y la preponderancia de los cuatro neurotransmisores básicos en el cerebro: la acetilcolina, la serotonina, la dopamina y la noradrenalina.
El ciclo lunar podría servirnos así como un reloj interno y su interpretación sería la siguiente:

Luna Nueva-Cuarto Creciente: Acetilcolina En esta fase, nos encontramos más sensibles y receptivos a nivel emocional. La acetilcolina se asocia con la memoria y el aprendizaje: habrá mucha energía pero poca concentración, es un buen momento para iniciar nuevos proyectos y sembrar ideas, imágenes e intenciones aprovechando la energía ascendente.
Cuarto Creciente-Luna Llena: Serotonina Cuando la luna crece el cuerpo tiene mucha energía y a la vez el cerebro puede ser creativo y trabajar con concentración. La serotonina afecta a las funciones orgánicas que regulan el estado de ánimo, y aquí se recomienda aprovechar los momentos de lucidez que nos brinda. Nos podemos sentir saciados y plenos, lo cual puede “desbordarse” si no se canaliza en un espacio reflexivo de trabajo y desarrollo personal.
Luna Llena-Cuarto Menguante: Dopamina La semana de la dopamina es una semana de distracción y divertimento. Es un buen momento para actividades sociales o ecológicas que requieren empatía. Este neurotransmisor está asociado al placer, la recompensa y a la excitación, por eso es una semana para aflojar y disfrutar de lo realizado.
Cuarto menguante-Luna nueva: Noradrenalina En esta fase entramos en un momento de fragilidad nerviosa, de ahorro energético, un estado defensivo en el que intrínsecamente queremos protegernos. Hay mucho análisis y poca inspiración, y se suelen tomar decisiones. Culmina un ciclo: algo muere y nos sentimos vulnerables, pero también algo está por volver a nacer.